En la fiesta católica del Corpus Christi se proclama la presencia real de
Jesucristo en la Eucaristía. Cuando tantos alcaldes y otras autoridades y
servidores públicos, civiles y militares, participan como tales (es decir, no a
título privado) en esta proclamación a través de misas, procesiones...,
deberían darnos explicaciones a todos los ciudadanos: ¿será que ellos tienen
alguna prueba sobre algo tan fuera de toda ley científica y de toda
racionalidad? No vale que recurran, como hacen las Iglesias cada vez que se enfrentan a explicar lo insostenible y lo
irracional, a la falacia del “misterio”. Los cargos públicos no pueden hacer
esto, pues se deben a todos los ciudadanos, no sólo a los creyentes en
fenómenos imposibles y en entes ficticios (que tienen todo su derecho a tener y
manifestar sus convicciones).
Cuando, no obstante, promueven como servidores públicos estas (u otras)
particulares creencias, muchos nos sentimos ofendidos en nuestra inteligencia y
nuestra sensibilidad. Estos servidores no respetan la aconfesionalidad del
Estado, es decir, la libertad de conciencia de los ciudadanos. De ser un
creyente ‘favorecido’ por ellos, les diría: “aparta tus manos públicas de mis
creencias”.
JAAM
Diario Jaén, 6-6-2013.
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